Incapaces en Europa de lograr que Serbia entregue a los responsables de la masacre de Srebrenica, el mayor maginicidio desde la Segunda Guerra Mundial, América Latina, de nuevo, puede servir de paradigma ante este tipo de casos. El juicio contra el dictador Alberto Fujimori, que presidió Perú entre 1990 y 2000, es una buena ocasión para ello.
Incapaces en España de ser justos con las víctimas de la Guerra Civil, contaminados por la manipulación política de la llamada "Ley de la Memoria Histórica", Perú nos puede dar una lección de cómo afrontar el juicio a un criminal de la talla de Albertu Fujimori, que hizo de la luchas contra el terrorismo de Sendero Luminoso una tapadera para mandar con "manu militari" al país andino.
Acabo de leer "Abril Rojo", del escritor peruano Santiago Roncagliolo, un tenaz retrato de la relación que mantuvieron en los años 90 los políticos que gobernaron Perú, Sendero Luminoso y el resto de instituciones del Estado, manejadas por la dictadura política desde Lima y por los militares a su antojo para justificar crímenes de Estado como la eliminación del grupo Colina, una de las causas por las que se juzga a Fujimori. Una lectura muy recomendable para conocer lo que ocurrió en el país andino durante el mandato del dictador.
El último libro del escritor peruano, "La cuarta espada" narra a modo de reportaje la existencia de Sendero Luminoso y el devenir de su dirigente, Abimael Guzmán. Una lectura que tengo pendiente.
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