viernes, 25 de enero de 2008

Sin prejuicios con Bolivia

Estos días se han cumplido dos años de la llegada del indígena Evo Morales a la presidencia de Bolivia. Ha sido un período de intensas reformas, estructurales, para refundar uno de los países con mayores recursos naturales del planeta y, por supuesto, de la región.

Evo Morales no ha engañado a nadie pues las reformas impulsadas por su gobierno, desde la nacionalización de los hidrocarburos hasta la redacción de una nueva Constitución, figuraban en su programa. Como era de esperar, el primer indígena presidente de Bolivia ha tenido que sortear innumerables inconvenientes para poner en marcha sus políticas, desde la resistencia de la clase política tradicional, desplazada del centro de poder, hasta las presiones de las grandes multinacionales como Repsol, capaces de movilizar al gobierno de un país como España para frentar estas reformas.

El gran problema para los medios de comunicación occidentales ha sido la percepción de lo que está ocurriendo en Bolivia. Los prejuicios y los interesas de los propietarios de las empresas periodísticas han tamizado las informaciones que han llegado a España y Europa sobre la situación en Bolivia.

Nadie ha hablado de los pingües beneficios de Repsol con sus anteriores contratos de explotación que esquilmaban los recursos naturales para engrosar los beneficios de sus cuentas imperiales sin dejar ningún rédito en Bolivia. Nadie ha hablado de la discriminación histórica de las comunidades indígenas del país andino a la que Morales trata de poner fin. Nadie ha hablado del programa en contra del analfabetismo puesto en marcha por el gobierno del Movimiento al Socialismo o de su reforma agraria y de sus alternativas al uso del cultivo de la hoja de coca (no confundir con la cocaína).

Hay que mirar a Bolivia sin prejuicios y, sobre todo, hay que dar tiempo a Evo Morales. Un gobierno no puede solucionar en dos años los problemas de subdesarrollo generados a lo largo de dos siglos de desgobierno.

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