Su único delito, su único pecado es buscar una vida mejor. En muchos casos su único destino es la muerte. La realidad es la respuesta más contundente al tratamiento electoralista y cuasi xenófobo de la inmigración dado por los dos principales candidatos a la presidencia del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y Mariano Rajoy. Señores, la inmigración no es un problema es una realidad que responde con dos personas muertas en un cayuco llegado a Tenerife.
Analizando el discurso político pienso en los vecinos de mi madrileño bloque de Lavapiés, en el que convivo con un grupo de inmigrantes procedentes de Latinoamérica, el Magreb y Asia y otro grupo de castizos españoles ya mayores. ¿A quién votarán los que sí tienen derecho al sufragio? Al que promete echar a los inmigrantes que no sean buenos vecinos o al que como única respuesta sólo dice que combatirá a los ilegales y seleccionará a los mejores. Seguramente al primero, que garantiza la seguridad con su discurso cuasi xenófobo porque el segundo, con su socialismo descafeinado, no es capaz de plantear un discurso positivo basado en la integración, más allá de sus tan cacareados 800 millones de euros.
Yo, por mi parte, para decidir mi voto tendré que ir al cine a ver "En un mundo libre".
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