miércoles, 16 de abril de 2008

Berlusconi cautiva la esperanza de la democracia

La victoria de Silvio Berlusconi "no inspira esperanza ni a Italia ni a Eurropa". Son palabras del presidente de los socialistas europeos, Poul Nyrup Rasmussen. Tampoco es esperanzadora para la democracia y para los cimientos de las políticas sociales en los estados europeos.

De hecho, el futuro primer ministro italiano ha anunciado que cerrará las fronteras del país a los inmigrantes y establecerá más campos de detención para identificar a los extranjeros sin empleo y devolverlos a sus países de origen. Una mala noticia para los derechos humanos y para el desarrollo de los pueblos.

Dicen que la llegada al poder de Berlusconi supone el final de la actual República italiana. Esperemos que no le pida consejo a su gran amigo Vladimir Putin, el primer dirigente internacional con el que se va a reunir tras su victoria electoral. Amistades peligrosas para el futuro de la democracia en Europa, sobre todo teniendo en cuenta el deseo de Silvio de convertirse en una especie de "pater familias" al estilo del francés François Mitterrand en las cumbres comunitarias. "Todos me pedirán consejos para saber cuál es la solución sabia y justa" dice el empresario "delincuente", como le ha calificado Alfonso Guerra.

Ojalá sólo sean temores infundados y los 27 aborden el reto involucionista de Berlusconi de la misma manera que hicieron en el año 2000 con el fascista Jörg Haider en Austria, cuya candidatura a primer ministro fue rechazada por la Unión Europea e impidió su llegada al poder gracias a una serie de sanciones. Los parecidos son razonables.

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