lunes, 28 de abril de 2008

Ecologistas de Argentina y Uruguay unidos en contra de la multinacional finlandesa Botnia


Miles de asambleístas y manifestantes argentinos y uruguayos participaron el domingo, 27 de abril, en la cuarta "Marcha por la Vida" contra la multinacional papelera finlandesa Botnia y contra las instalaciones que ha construido en la margen uruguaya del río de la Plata. Para ello se concentraron en el puente de San Martín, que une a la ciudad argentina de Gualeguaychú con la uruguaya Fray Bentos, donde se ubica la papelera.

La Asamblea Ambiental de Gualeguaychú, organizadora de la marcha, considera que la industria es contaminante por lo que reclama el cierre de la planta. Se trata de la primera gran movilización organizada desde la entrada en funcionamiento de las instalaciones. Además, como medida de protesta permanente mantiene bloqueado el puente de tránsito entre ambos países desde noviembre de 2006.

La marcha del domingo finalizó con la lectura de un manifiesto que denuncia a la multinacional Botnia y a Finlandia porque “amparándose en la bandera del progreso instalaron una empresa que es pan para hoy y desidia muerte y destrucción para mañana".

El documento también señala que el presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, ha violado el tratado del Río de la Plata, que establece la gestión conjunta de su cauce, frontera natural entre Argentina y Uruguay.

El conflicto diplomático

La instalación de Botnia, que ha supuesto una inversión de 1.000 millones de dólares, ha generado un prolongado conflicto diplomático entre los gobiernos de Argentina, que se opone al proyecto, y Uruguay, que defiende la iniciativa debido a la importante creación de puestos de trabajo y a los beneficios económicos que conlleva. España, a través del Ministerio de Exteriores y del rey Juan Carlos, ejerce de mediadora para buscar una solución a la controversia. Sin embargo, las negociaciones aún no han dado sus frutos.

De un lado, Argentina denunció en 2006 a Uruguay ante el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, por considerar que sus autoridades aprobaron unilateralmente la instalación de la planta sin respetar el Estatuto binacional del río Uruguay, que exige una consulta previa con su vecino.

De otro, Uruguay denunció a Argentina, también en 2006, ante un Tribunal de Controversias del Mercosur por no tomar medidas para garantizar la libre circulación entre ambos países.

La inversión de la española ENCE

Originalmente, en la ciudad uruguaya de Fray Bentos se iban a instalar dos plantas de celulosa, la mencionada de Botnia y otra impulsada por la española ENCE. Sin embargo, la oposición ciudadana obligó a la papelera nacional a reubicar el proyecto. Al final va a construir sus instalaciones en el suroeste de Uruguay, cerca de la ciudad de Colonia, también situada junto al río de la Plata y, en este caso, frente a Buenos Aires.

Las autoridades uruguayas defienden la viabilidad del proyecto. Según el alcalde de Colonia, Walter Zimmer, la construcción de la papelera va a emplear a unas 5.000 personas y va a suponer una inversión de 1.270 millones de dólares. Las futuras instalaciones de ENCE van a permitir la producción de un millón de toneladas de pasta de celulosa al año.

Intereses enfrentados

Las aristas del conflicto son numerosas. Su origen se remonta al año 2002, con la difusión de un informe del Banco Interamericano de Desarrollo sobre el proyecto para instalar dos plantas papeleras en la ciudad uruguaya de Fray Bentos, frente a la localidad argentina de Gualeguaychú.

Los colectivos ecologistas denuncian las consecuencias negativas para la salud de los habitantes de las zonas cercanas derivadas de la actividade de las papeleras, así como los perjuicios ambientales para el ecosistema del río de la Plata.

Las autoridades uruguayas defienden las inversiones como un medio para generar riqueza y puestos de trabajo. Se podría incluso interpretar que la oposición argentina es una rabieta por no haber albergado los controvertidos proyectos, que al final han viajado a la otra orilla del río de la Plata. Sin embargo, como dice Carlos Taibo, cada vez resulta más necesario reflexionar sobre las consecuencias depredadoras del crecimiento.

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