viernes, 25 de abril de 2008

La izquierda posible de Latinoamérica

El triunfo del ex obispo Fernando Lugo en las elecciones de Paraguay, al frente de una coalición de izquierdas (Alianza Patriótica por el Cambio), ha terminado de teñir de rojo a la mayoría de los gobiernos de Latinoamérica. Sólo Colombia, con Álvaro Uribe al frente y con unas circunstancias políticas e internas extremas y excepcionales, resiste al cambio. En palabras del presidente boliviano, Evo Morales, se está constituyendo en la región un eje de la humanidad frente a la influencia neoconservadora de Estados Unidos.

La situación de pobreza de la población, el fracaso de las políticas económicas neoliberales, el nuevo discurso político de izquierda y circunstancias coyunturales de cada país han propiciado el giro progresista en Latinoamérica a lo largo del último lustro.

Las condiciones de la partida

La situación de pobreza y exclusión que sufre el pueblo ha sido el principal causante del cambio político latinoamericano. Su marginación y sus pocas expectativas de futuro han provocado que los electorados perdieran la confianza en los discursos de los candidatos de los partidos políticos de siempre, a pesar incluso de las promesa de cambio. De hecho, en Paraguay, la candidata del Partido Colorado, Blanca Ovelar, ha recurrido a su condición de mujer y a su triunfo sobre los mandatarios tradicionales de su formación para anunciar reformas en la manera de gestionar el Estado. El discurso de Lampedusa en El Gatopardo de cambiar para que todo siga igual ya no sirve.

El fracaso de las políticas neoliberales impuestas en las últimas dos décadas por los organismos financieros internacionales y tuteladas por Estados Unidos ha sido clave también. Las recetas económicas erróneas, cuyo mejor paradigma fue la crisis del corralito argentino entre los años 2001 y 2002, han abierto también los ojos a la población y a los dirigentes políticos que han comenzado a construir un discurso económico alternativo.

Tras las experiencias revolucionarias de ideología comunista registradas en Latinoamérica en el último cuarto del siglo XX, cuyo testimonio actual sigue siendo Cuba, el discurso de izquierdas ha logrado transformarse en Latinoamérica hacia una vía posibilista capaz de conectar con las principales reivindicaciones del pueblo y de encauzar el descontento con los partidos tradicionales para llegar al gobierno y transformar la realidad. El ejemplo más claro de esto último se encuentra en la evolución política de Evo Morales, líder cocalero en Bolivia que surge del movimiento indigenista para encabezar un partido político, el Movimiento Al Socialismo, capaz de ganar unas elecciones.

Las coyunturas nacionales

Las circunstancias políticas en cada país son diferentes, como distintos son los discursos de los nuevos dirigentes de izquierda y variable ha sido su evolución ideológica, desde el denominado populismo revolucionario de Hugo Chávez en Venezuela al socialdemócrata moderado de Alan García en Perú. El error en el que los analistas occidentales caen con frecuencia es el de querer homogeneizar realidades tan diversas, como Latinoamérica misma.

Venezuela. En noviembre de 1998 el ex general golpista Hugo Chávez logró el triunfo en las elecciones presidenciales al encabezar una coalición de partidos de izquierda denominada Polo Patriótico. El militar asumió el poder en 1999 con promesas de cambiar la organización del Estado mediante la convocatoria de una asamblea constituyente. Emprendió entonces la transformación política de Venezuela a través de la denominada “revolución bolivariana”. En la actualidad no atraviesa sus mejores momentos con la reinvención del socialismo del siglo XXI y su intención de influir en el resto de gobiernos regionales. Sin embargo, el petróleo sigue siendo un buen colchón para sus aspiraciones.

Brasil. En octubre de 2002 Lula da Silva logró imponerse al candidato del gobernante Partido de la Socialdemocracia brasileña, de Fernando Enrique Cardoso. En 2003 asumió la presidencia del país, al frente de su Partido de los Trabajadores. Curtido en el movimiento sindical y de oposición, desde su llegada al poder ha sido el ejemplo más moderado de la “nueva izquierda latinoamericana”. Pese a los casos de corrupción que pusieron en problemas su reelección en octubre de 2006, sus políticas socialdemócratas han situado a Brasil como uno de los países en vías de desarrollo que más han crecido en los últimos años.

Argentina. A principios del siglo XXI el país se encontraba en quiebra técnica. Incapaces de afrontar la crisis económica, cayeron sin solución de continuidad los gobiernos de Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde. En mayo de 2003 se puso al frente de la nación Néstor Kirchner, cuyo ejecutivo logró alcanzar tasas de crecimiento del PIB cercanas al 10 por ciento. En esta evolución resultó clave su desmarque de las políticas del FMI y del Banco Mundial y su agresiva política en contra de la deuda externa, que logró renegociar. A finales de 2007 cedió el testigo de la presidencia a su esposa, Cristina Fernández, quien al frente de la Alianza por la Victoria ganó las últimas elecciones presidenciales.

Uruguay. El triunfo en las elecciones presidenciales de octubre de 2004 de Tabaré Vázquez, al frente de una coalición de izquierdas denominada Frente Amplio, también supuso, como en el caso de Paraguay, el final del poder establecido. Al asumir la presidencia en 2005 Vázquez se convirtió en el primer presidente progresista de la historia del país. Desde 1830 los gobiernos se los habían repartido el Partido Nacional y el Partido Colorado. Junto a sus políticas sociales, el reto de Vázquez, cuyo mandato finaliza en 2010, sigue siendo la investigación de los crímenes de la dictadura cívico-militar entre los años 1973 y 1985.

Chile. Tras ganar las elecciones presidenciales en 2005, la socialista Michelle Bachelet se convirtió en 2006 en la primera presidenta de la historia de Chile y en la primera mandataria socialista desde que Augusto Pinochet derrocó a través de un golpe de estado al presidente legítimo, Salvador Allende, en 1973. Lograr que el crecimiento económico reduzca la pobreza y aumente el bienestar de la población es el objetivo de sus políticas. Cerrar las heridas de la dictadura y apoyar la investigación judicial de sus crímenes es otro de los retos de su administración. Bachelet, hija de un militar afín a Allende fallecido en prisión y víctima en primera persona de la dictadura, tuvo que manejar con pulso la muerte de Pinochet en diciembre de 2006.

Bolivia. Evo Morales se convirtió en el primer presidente indígena de la historia del país andino al lograr la victoria en las elecciones de 2005 encabezando el Movimiento al Socialismo. Juró como presidente en 2006 tras curtirse como dirigente cocalero y férreo opositor de las políticas conservadoras de sus antecesores en el cargo. Tras dos años de mandato, ha impulsado la Asamblea Constituyente para reorganizar el Estado y distribuir el poder de manera igualitaria; ha conseguido nacionalizar los recursos naturales, entre ellos los hidrocarburos; ha impulsado la reforma agraria y los cultivos de los agricultores de la hoja de coca; y ha emprendido ambiciosas políticas sociales y educativas. En estos momentos debe hacer frente a la rebeldía de los dirigentes conservadores de departamentos como el de Santa Cruz, donde se concentran las mayores reservas de petróleo y que reclaman su independencia económica a través de las autonomías.

Ecuador. De nuevo una coalición alternativa a los partidos tradicionales logró el triunfo en unas elecciones, en 2006. En este caso fue el Movimiento Alianza País, liderado por Rafael Correa, quien tomó posesión como presidente a principios de 2007. Como en el caso de Bolivia, Correa ha impulsado un proceso constituyente para modificar la organización política del Estado. También ha tomado decisiones de trascendencia regional como la salida de Ecuador de las negociaciones de un tratado de libre comercio con Estados Unidos, en las que sólo sigue en la actualidad Colombia, o el cierre de la base norteamericana de Manta a partir de 2009. Sus complicadas relaciones con el gobierno vecino del colombiano Álvaro Uribe constituyen uno de los elementos de mayor desestabilización de la región.

Perú. Se trata del país andino con una realidad política más compleja que aún sigue recuperándose de las consecuencias negativas del régimen de Alberto Fujimori, entre los años 1990 y 2000, y de la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso. Pocas veces los dirigentes latinoamericanos tienen una segunda oportunidad para enmendar sus errores. Es el caso de Alan García, presidente peruano entre 1985 y 1990 que vuelve a ostentar estas funciones tras ganar los comicios de 2006. Durante la campaña electoral su Partido Aprista presumió de sus afinidades y buenas relaciones con el PSOE español. Los dos principales retos que enfrenta son el juicio contra Fujimori que se desarrolla en la actualidad y la disminución de los altos índices de pobreza del país.

La Estrategia del Caracol

Sin lugar a dudas Latinoamérica vive una época de cambios, la izquierda de la región ha logrado encontrar su propio discurso y su propia vía para transformar la realidad. Como en La Estrategia del Caracol, de Sergio Cabrera, los ciudadanos, los habitantes de la comunidad, viven expectantes ante los nuevos proyectos y desafíos para hacer frente a los problemas de la región: la pobreza y la exclusión.

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